Para cada dia
Indicar la división de coros
Nos ponemos de pie.
+ Por la señal de la Santa Cruz + de nuestros enemigos + líbranos, Señor, Dios nuestro. + En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
Mañana celebramos el Domingo de Gaudete (el Domingo de gozo), en el cual nos alegramos porque el Señor ya está cerca.
Cantamos Los Cielos y la Tierra.
LOS CIELOS Y LA TIERRA
EN TI SE ENCONTRARÁN,
MARÍA, DULCE ABRAZO
QUE EL HOMBRE Y DIOS SE DAN.
En el mes sexto, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. El ángel, entrando en su presencia, dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.
“Alégrate María el Señor está contigo”. El saludo del ángel está cargado de gozo. Dios se encarna y ello es motivo de gozo en los Cielos y en la Tierra. Nuestra espera de la Navidad está más cerca y ya vivimos ese gozo de saber que Dios ya se ha encarnado y que pronto nacerá.
Padre nuestro...
Podemos sentarnos.
En aquellos mismos días, María se levantó y se puso en camino de prisa hacia la montaña, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Aconteció que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel de Espíritu Santo y, levantando la voz, exclamó: «¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? (Lc 1,39-43)
Isabel se llena de sorpresa y alegría por la visita de María, que ya lleva a Jesús en su vientre. María sale a nuestro encuentro y nos trae a su Hijo para que también nos llenemos de alegría.
Padre nuestro...
[…] había unos pastores que pasaban la noche al aire libre, velando por turno su rebaño. De repente un ángel del Señor se les presentó; la gloria del Señor los envolvió de claridad, y se llenaron de gran temor. El ángel les dijo: «No temáis, os anuncio una buena noticia que será de gran alegría para todo el pueblo: hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor. Y aquí tenéis la señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre». (Lc 2,8-12)
El ángel anuncia una alegría que lo será para todo el pueblo: Dios se ha hecho hombre y está envuelto en pañales, acostado en un pesebre.
Cantamos Hermano, Dios ha nacido.
Hermano, Dios ha nacido
en un pesebre. ¡Aleluya!
Hermano, canta conmigo:
¡gloria a Dios en las alturas! (2v)
De los cielos han venido
mil alas hasta su cuna,
hoy mueren todos los odios
y renace la ternura. (2v)
HERMANO, DIOS HA NACIDO
EN UN PESEBRE. ¡ALELUYA!
HERMANO, CANTA CONMIGO:
¡GLORIA A DIOS EN LAS ALTURAS!
El corazón más perdido
sabe ya que alguien le busca,
el hombre ya no está solo,
ya la tierra no está a oscuras. (2v)
Padre nuestro...
Había entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo estaba con él. Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo. Y cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo acostumbrado según la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: «Ahora, Señor, según tu promesa, | puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones | y gloria de tu pueblo Israel».
Simeón se alegra al ver cumplida la promesa del Señor. Ha visto la “Salvación” de Dios. Jesús que se hace niño es esa salvación. Preparémonos para recibirlo con Alegría.
Padre nuestro...
Nos ponemos de pie
[…] el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres. Estos, creyendo que estaba en la caravana, anduvieron el camino de un día y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén buscándolo. Y sucedió que, a los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas. (Lc 2,43-46)
La alegría de encontrar a Jesús Niño debe ser también nuestra alegría. Preparémonos para encontrarlo esta Navidad.
Padre nuestro...
Rezamos juntos la Salve.
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra.
Dios te salve.
A Ti clamamos los desterrados hijos de Eva,
a Ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas.
Ea, pues, Señora Abogada Nuestra,
vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,
y después de este destierro, muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.
Oh, clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María.
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios,
para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.
Amén.
+ En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo.