Maipu, Chile| 18-10-2024
El pasado sábado 12 de octubre, el Movimiento de Vida Cristiana (MVC) de Chile, junto con el Saint Joseph School, se unieron a más de 50,000 jóvenes en la 34ª Peregrinación Juvenil al Santuario de Santa Teresa de los Andes. Esta multitudinaria caminata de 27 kilómetros, que congrega jóvenes de distintas regiones de Chile, es una de las manifestaciones más grandes de fe juvenil en el país.
Para nuestro hermano el P. Carlos Zamalloa, quien acompañó a los peregrinos, “es una ocasión de ser Iglesia y participar en la instancia que más jóvenes reúne en Chile por un mismo ideal, la cual busca hacer visible que la fe se vive en comunidad. Es un largo camino cuya meta es la santidad, y miramos juntos un ejemplo en la joven Santa Teresa de los Andes”.
Santa Teresa de los Andes fue una joven carmelita chilena, nacida en 1900, conocida por su vida de oración y profunda devoción al Señor Jesús. Ingresó al convento a los 19 años y, aunque falleció poco después a los 20, su vida fue un ejemplo de entrega total y su testimonio sigue inspirando a muchos. Fue canonizada por el Papa San Juan Pablo II en 1993, convirtiéndose en la primera santa chilena.
Actualmente, su tumba en el Santuario de Auco-Rinconada de Los Andes es un lugar de peregrinación para miles de fieles que buscan seguir su ejemplo de vida consagrada.
Entre los testimonios de los peregrinos, Javiera Ubilla, del MVC Chile, compartió: “La motivación principal fue la oportunidad de caminar junto al movimiento por un fin más grande que nosotros mismos. La peregrinación me hizo ver el poder que tiene la fe, y todo lo que es capaz de hacer el amor”. También destacó que, a pesar de ser su primera vez participando, fue una experiencia que le dejó una huella profunda.
Por su parte, Marcela Sansarricq, exalumna del Saint Joseph, expresó: “Me llama mucho la atención la cantidad de gente que se mueve por la fe y cómo sacrifican al menos un día de sus vidas para cumplir con la meta de la caminata y poner en práctica todas sus intenciones. Es muy enriquecedor ver que personas de todas las edades participan, desde niños hasta ancianos, incluyendo a personas con discapacidad, entre otros”.
Finalmente, Lucas Soto, estudiante del último año en el Saint Joseph, comentó: “Logré estar en paz y disfrutar la experiencia como tal, pese a ser bastante agotador fue una experiencia increíble que volvería a repetir, ya que me permitió acercarme aún más a Dios”.