Para enriquecer nuestro espíritu y fe
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Ubicar en una mesa, a la vista de todos, la corona de Adviento sin ninguna vela encendida. Se puede colocar una imagen de la Virgen María junto a la corona, con un cirio a sus pies. De este cirio se puede tomar la llama para encender la primera vela morada de la corona.
TODOS: + En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
MONITOR: Con toda la Iglesia celebramos el primer domingo de Adviento. Hoy comienza un camino de conversión que nos llevará, de la mano de María, hacia el Dios hecho hombre, hacia Jesús, quien es el Camino, la Verdad y la Vida. Como símbolo de la preparación interior, encendemos hoy el primer cirio de la corona de Adviento. La luz, que disipa las tinieblas, nos recuerda que Jesús viene a iluminar nuestra existencia y al mundo entero. La Iglesia nos invita a esperar con fe, esperanza y caridad. Escuchemos con atención la Palabra de Dios.
LECTOR 1:
Lectura del Evangelio según San Marcos 13, 33-37
«En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Estén despiertos y vigilantes: pues no saben ustedes cuándo llegará el momento. Es igual que un hombre que se fue de viaje y dejó su casa, y dio a cada uno de sus criados su tarea, encargando al portero que vigilara. Estén atentos, pues no saben cuándo vendrá el dueño de la casa, si al atardecer, o a medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer; no sea que venga inesperadamente y los encuentre dormidos. Lo que les digo a ustedes se lo digo a todos: ¡estén vigilantes!».
Palabra de Dios.
TODOS: Te alabamos Señor.
MONITOR: Hacemos un momento de silencio para meditar en lo que hemos escuchado.
MONITOR: Este domingo comienza el Adviento, un tiempo de gran profundidad religiosa, porque está impregnado de esperanza y de expectativas espirituales: cada vez que la comunidad cristiana se prepara para recordar el nacimiento del Redentor siente una sensación de alegría, que en cierta medida se comunica a toda la sociedad. En el Adviento el pueblo cristiano revive un doble movimiento del espíritu: por una parte, eleva su mirada hacia la meta final de su peregrinación en la historia, que es la vuelta gloriosa del Señor Jesús; por otra, recordando con emoción su nacimiento en Belén, se arrodilla ante el pesebre. La esperanza de los cristianos se orienta al futuro, pero está siempre bien arraigada en un acontecimiento del pasado.
El Evangelio nos invita hoy a estar vigilantes, en espera de la última venida de Cristo: «Velad -dice Jesús-: pues no sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa» (Mc 13, 35. 37). La breve parábola del señor que se fue de viaje y de los criados a los que dejó en su lugar muestra cuán importante es estar preparados para acoger al Señor, cuando venga repentinamente. Por eso, al inicio del Adviento, muy oportunamente la liturgia pone en nuestros labios la invocación del salmo: «Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación» (Sal 84, 8). Podríamos decir que el Adviento es el tiempo en el que los cristianos deben despertar en su corazón la esperanza de renovar el mundo, con la ayuda de Dios.
LECTOR 2: Oremos. La tierra, Señor, se alegra en estos días, y tu Iglesia desborda de gozo ante tu Hijo, el Señor Jesús, que se avecina como luz esplendorosa, para iluminar a los que yacemos en las tinieblas, de la ignorancia, del dolor y del pecado. Lleno de esperanza en su venida, tu pueblo ha preparado esta corona con ramos del bosque y la ha adornado con luces. Ahora, pues, que vamos a empezar el tiempo de preparación para la venida de tu Hijo, te pedimos, Señor, que, mientras se acrecienta cada día el esplendor de esta corona, con nuevas luces, a nosotros nos ilumines con el esplendor de Aquel que, por ser la Luz del mundo, iluminará todas las oscuridades.
MONITOR: Con el firme propósito de avivar en nuestro corazón el amor de Dios, vamos a encender la primera vela de nuestra corona mientras cantamos.
Se puede cantar Hoy se enciende una llama al final de la página o elegir algún villancico. Se enciende la primera vela.
LECTOR 3: Con el corazón lleno de alegría por los dones que Dios nos concede, elevemos nuestras peticiones respondiendo todos juntos: “Envía, Señor, Tu luz”.
MONITOR: Con la confianza de sabernos hijos de Dios, dirijamos a nuestro Padre la oración que el mismo Jesús nos enseñó: Padre Nuestro...
MONITOR: Ahora, cada uno de nosotros tomará un regalo que vamos a ofrecer al niño Jesús durante esta semana con la intención de avivar nuestro amor por Él.
MONITOR: Terminemos nuestra oración pidiendo a Nuestra Madre, Santa María, que sea ella quien nos guíe durante este tiempo de Adviento. Rezamos todos juntos un Ave María.
TODOS: + En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
HOY SE ENCIENDE UNA LLAMA
EN LA CORONA DE ADVIENTO
QUE ARDA NUESTRA ESPERANZA
EN EL CORAZÓN DESPIERTO
Y AL CALOR DE LA MADRE
CAMINEMOS ESTE TIEMPO
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